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martes, 5 de agosto de 2008

Un autor necesario para la construccion de la Filosofia Latinoamericana

Rodolfo Kusch es una de nuestras personalidades olvidadas. Su obra tuvo muy escasa aceptación en Argentina. En cambio, en Latinoamérica mereció elogios, atentas lecturas, y la aceptación de que, a través de su pensar, se rescata la dignidad filosófica de las cosmovisiones indígenas americanas. Kusch cristalizó un gesto intelectual intolerable para el común de los académicos: aprovechó una formación clásica en filosofía occidental no para desentrañar lo ya pensado por alguna de las consagradas luminarias del pensamiento europeo. Por el contrario, su empeño fue revalidar la visión de la realidad de la cultura incaica. Su obra paradigmática en este sentido es América Profunda. Mediante el análisis de la visión del mundo andino, Kusch examina su categoría existencial del "estar" que contrapone al "ser" europeo. El "estar" supone un situarse cerca de un centro donde se concentran y conservan energías mágicas y divinas que se deben respetar y conjurar. Por contrapartida, el "ser" se entronca con la ansiedad occidental del "ser alguien", el deseo de colmar con contenido y significado un vacío que se amoneda en la intimidad profunda del sujeto de Occidente. Otras de las obras esenciales de Kusch son Indios, porteños y dioses (a la que pertenece el texto que transcribimos abajo); Charlas para vivir en América; El pensamiento indígena y popular en América. Todos estos títulos, y otros, han sido publicados recientemente en las Obras completas de Kusch, una loable iniciativa de la Editorial Fundación Ross.
Gracias a Kusch, podemos recuperar la audacia de un pensar que primero imagina. Imagina un cielo, una selva, una montaña y un surco arado de tierra, donde no se propagan los colores de los presupuestos occidentales. Cuando el pensar de ascendencia europea anhela entrever, aspirar, una cultura extraña, arcaica, premoderna, los pulmones se acaloran con un aire mágico. Por eso, ahora transcribiremos en este Recuerdo de lo Sagrado de Temakel la defensa del filósofo argentino de la magia indígena en contraste con el opaco realismo de la Buenos Aires moderna, o de cualquier ciudad contemporánea.

Esteban Ierardo

SIN MAGIA PARA VIVIR
Uno de los motivos por los cuales rechazamos el altiplano, estriba en que allá se cree en la magia, y nosotros aquí en Buenos Aires, ya no creemos en ella. Somos extraordinariamente realistas y prácticos, por cuanto creemos en la realidad.
¿Y qué es realidad para nosotros? Pues eso que se da delante de uno: las calles, las paredes, los edificios, el río, la motaña o la llanura. Todo esto no se puede modificar, porque no puedo cambiar de lugar una casa, ni alterar la orientación de una calle, ni puedo traspasar diagonalmente una manzana para llegar a mi hogar, ya que mi cuerpo es mucho más endeble que las paredes. La realidad indudablemente se impone porque es dura, inflexible y lógica. Más aún, es una especie de punto de referencia para nuestra vida, porque, cuando andamos mucho en las nubes, viene una persona práctica y nos dice: "hay que estar en la realidad".
Y si no lo hacemos, se nos invoca la ciencia. Ella es la teoría que da una rara concreción a la realidad de tal modo que, no sólo ésta se refiere a las paredes y a las piedras, sino también a otros órdenes. Hay una ciencia económica para nuestros sueldos, otra para la política, otra para nuestras aspiraciones profesionales, otra para nuestros impulsos. Y todo es realidad, aunque "científica". La realidad es entonces como un mar de plomo, que abarca un sin fin de sectores, y en el cual debemos desplazarnos con cuidado.
Pero un día estamos tranquilos en nuestra casa, y viene un amigo y nos trae la noticia de que en la esquina hay un plato volador. ¿Y nosotros qué decimos? Pues ver para creer. De inmediato pensamos salir corriendo, claro está doblando prudentemente las esquinas para llegar al lugar donde se depositó el extraño artefacto. Ahí lo veremos, y luego creeremos. La realidad coincide con las cosas que se ven.
Pero podría ocurrir que no saliéramos corriendo, y le dijéramos a nuestro amigo: "¿Me vas a hacer creer que se trata de un plato volador?" Y el amigo nos respondiera: "Todo el mundo lo dice". Es curioso, ya lo dijimos, por una parte yo le hago notar al amigo que él me tiene que hacer creer, y por la otra, él se confabula con todo el mundo, o sea con los seis millones de habitantes de Buenos Aires, para que yo le crea. Y esto ya no es ver creer, sino al revés: creer para ver. A veces tengo que ver la realidad para creer en ella, otras veces tengo que creer en la realidad para verla. Por una parte quiero ver milagros para cambiar mi fe, y, por la otra, quiero cambiar mi fe para ver milagros.
Por eso, podemos creer en la realidad y en la ciencia, pero nos fascina que un hechicero del norte argentino haga saltar el fuego del fogón, para hacerlo correr por la habitación. También nos fascina que en Srinagar, en la India, algún guru o maestro realice la prueba de la cuerda, consistente en hacerla erguir en el espacio y en obligar a ascender por ella a un niño, quien probablemente nunca más volverá a descender. Y también nos fascinan los malabaristas en el teatro, porque hacen aparecer o desaparecer cosas, o seccionan a un ser humano en dos partes, y luego las vuelven a pegar sin más. ¿Y qué nos fascina en todo esto? Pues que la realidad se modifica. ¿Y en qué quedó el carácter inflexible, duro, lógico y científico de la realidad?
Mientras escribo estas líneas veo por mi ventana un árbol. Este pertenece a la dura realidad. ¿Si yo me muero, el árbol quedará ahí? No cabe ninguna duda. ¿Pero no podría pasarle al árbol lo que a nosotros, cuando muere un familiar querido? ¿En este caso qué lamentamos más: la ausencia definitiva del familiar, o más bien la hermosa opinión que él tenía de nosotros? ¿Le pasará lo mismo al árbol? Yo siempre lo he visto hermoso, y mi vecino, quien es muy práctico, ya no lo verá asi. Cuando yo muera, morirá mi opinión sobre el árbol, y el árbol se pondrá muy triste y se morirá también.
¿Pero no habíamos dicho que la realidad es dura, flexible y lógica? Así lo dicen los devotos de la ciencia. Pero a mí nadie me saca la sospecha de que los árboles no obstante piensan y sienten. Porque ¿qué es la ciencia? No es más que el invento de los débiles que siempre necesitan una dura realidad ante sí, llena de fórmulas matemáticas y deberes impuestos, sólo porque tienen miedo de que un árbol los salude alguna mañana cuando van al trabajo. Un árbol que dialoga seria la puerta abierta al espanto y nosotros queremos estar tranquilos, y dialogar con nuestros prójimos y con nadie más. Evidentemente no creemos en la magia, no sólo porque tengamos una firme convicción de la dureza de la realidad, sino ante todo porque necesitamos llevarnos bien con 6 millones de prójimos encerrados en la ciudad de Buenos Aires. Y para ello es preciso poner en vereda a los árboles con su lenguaje monstruoso y creer en la dura, inflexible y lógica realidad
. (*)

El conocimiento es una curiosidad eterna.....

martes, 3 de junio de 2008

Denuncia desde Sucre. Racismo de una derecha más violenta. Lucha de mentalidad de clases.

Hola a todos,
Quería comentarles un poco sobre los hechos deplorables
que
acontecieron el pasado sábado 24 de mayo en la ciudad de Sucre, a la que ahora apodamos "capital del racismo". Un grupo de campesinos que llegaba a la ciudad para recibir al presidente Evo Morales fueron secuestrados por grupos de choque organizados por el Comité Interinstitucional y la Alcaldía, contrarios
al gobierno.
Luego de molerlos a palos, los despojaron de sus cosas obligándolos a marchar semi desnudos a latigazos hasta la plaza principal de la ciudad y los humillaron haciéndolos quemar su propia bandera (la wiphala) y sus ponchos, a desfilar por la plaza portando banderas de la capitalía, a arrodillarse frente a los cívicos sucrenses y estuvieron a muy poco de lincharlos, como en los tiempos de la colonia.
No estoy exagerando, lo ví con mis propios ojos. Llegamos a la plaza para el final del "escarmiento", antes de que lo dejaran marcharse.
Pude ver a una multitud enardecida, llena de odio contra los campesinos. Nunca había sido testigo de algo semejante. Mi tío llegó a filmar ese fragmento final y lo puiblicamos en Youtube porque creemos que esto tiene que saberse.
Los medios de comunicación están jugando un papel lamentable,
escondiendo la información y relativizando todo en
función de lo que le conviene al Comité. Para entender un poco, Sucre está desde algunos meses gobernada de hecho por el Comité Interinstitucional, que agrupa a la Universidad, la Alcaldía y otras instituciones contrarias al gobierno,
además de políticos oportunistas de la oposición que perdieron las
últimas elecciones. Este comité fue el que bloqueó el año pasado la asamblea
constituyente exigiendo la capitalía plena para Sucre. Las personas
que se han pronunciado en contra de este organismo han sufrido todo tipo de amenazas y atentados, fueron considerados "traidores a Chuquisaca". Hasta llegaron a poner en la plaza central carteles con los nombres y fotos de los "traidores".
No quiero seguir porque me pongo verde de la bronca. Nomás vean el video, porque ahí está todo.

Pablo.

Visiones críticas hacia la postura de las cuatro entidades en conflicto.


El país | Martes, 3 de Junio de 2008
Un campo más ancho de lo que parece

El Frente Nacional Campesino pidió una profunda transformación de las condiciones de producción. Rubén Dri fija posición sobre lo que reclaman los patrones del agro.

Los productores invisibles

Por Frente Nacional Campesino

Los delegados y delegadas campesinos e indígenas, agricultores familiares, trabajadores de la tierra de 200 organizaciones de 16 provincias de la República Argentina, reunidos en el segundo plenario del Frente Nacional Campesino (FNC), en la Universidad Popular de Madres de Plaza de Mayo, resolvemos lo siguiente:

- El FNC expresa su más enérgico repudio al paro patronal que ejecutan las 4 entidades agropecuarias más poderosas del campo argentino y que defienden los intereses de las 6 multinacionales más poderosas del mundo, que controlan el comercio exterior agropecuario, y los 5 grupos económicos más poderosos de la Argentina, que monopolizan el comercio interno agroalimentario del país. Rechazamos que 2000 empresas agroexportadoras decidan por la vida de 40 millones de argentinos. Nos oponemos a cualquier intento de golpe de Estado económico y la intención de subordinar al gobierno argentino bajo los dictados de los agronegocios.

- El FNC entiende que el paro patronal pretende abortar el Plan Estratégico de Desarrollo Agropecuario que queremos y necesitamos los argentinos para garantizar: la soberanía alimentaria, la regulación del comercio exterior e interior y la justicia tributaria, medidas indispensables para apuntalar la redistribución de la riqueza con justicia y equidad para una Argentina con soberanía económica e independencia política integrada a la región.

- El FNC sostiene que nuestro país no puede seguir siendo meramente la chacra para la producción de materia prima para alimentación de animales y la producción de agrocombustibles para los países más poderosos del planeta, que es la función que nos quieren seguir imponiendo las potencias del mundo. En el actual contexto mundial nuestro país debe planificar la producción, industrialización y comercio de alimentos para los argentinos y para la exportación, ya que reunimos todas las condiciones necesarias para producir alimentos para nuestro pueblo y para exportar con valor agregado.

- El FNC alerta a la sociedad y autoridades acerca de los atropellos que llevan adelante empresas nacionales y extranjeras contra familias campesinas y comunidades originarias que han decidido resistir en las tierras que ancestralmente les pertenecen. Los atropellos forman parte de la campaña sistemática que desarrollan empresas agropecuarias y mineras para apropiarse de las tierras, los montes y las aguas que defienden los campesinos e indígenas. Instamos a las autoridades a tomar las medidas que correspondan para frenar los desplazamientos forzados y desalojos compulsivos de familias de Pequeños y Medianos Productores Agropecuarios.

- El FNC denuncia los desmontes masivos e ilegales que realizan empresas agropecuarias con topadoras, pisamontes y fuego, en varias regiones del país, para extender la frontera agropecuaria, destruyendo la flora y fauna autóctonas y provocando destructivos cambios climáticos.

- El FNC denuncia que ríos, arroyos, riachos, lagunas, esteros, pozos, represas y napas de agua son envenenados por el uso masivo e indiscriminado de agrotóxicos en los monocultivos extensivos, particularmente por la aplicación de glifosato en los sembradíos de cultivos transgénicos en regiones donde habitan campesinos e indígenas.

- El FNC reclama como propias de todos los Pequeños Productores Agropecuarios, Movimientos Campesinos e Indígenas las herramientas del Estado que tienen la función de diseñar, acompañar, implementar el Modelo de Desarrollo Rural Estratégico para la Argentina. Por ejemplo, la Subsecretaría de Desarrollo Rural y Agricultura Familiar, INTA, INTI, PSA, Prodernea, Prodernoa, Senasa.

- El FNC define a la empresa cooperativa como una herramienta de unión, organización y solidaridad indispensable para mejorar la producción, transformación, comercialización, consumo y servicios públicos para los Pequeños Productores Agropecuarios. Es decir, el cooperativismo es un instrumento clave para una Política Estratégica de Desarrollo Rural y Redistribución de la Riqueza. El cooperativismo puede y debe cumplir una función de gran trascendencia en la transformación del campo y de la economía argentina.

- El FNC sostiene que es urgente profundizar la intervención del Estado para mejorar la diversidad, calidad, cantidad, continuidad y rentabilidad de la producción de los Pequeños Productores de todas las regiones del país. Queremos lograr precios justos para los productores y consumidores y evitar de esa manera las terribles distorsiones que se dan actualmente en los productos alimentarios.

- El FNC considera de trascendental importancia el fortalecimiento de los bancos de semillas para recuperar, mantener y multiplicar la rica biodiversidad agrícola y alimentaria, por la importancia cultural, económica, social y política para un modelo de país serio y democrático.

- El FNC reclama la urgente regularización dominial de las posesiones de tierras de familias campesinas y comunidades indígenas de diferentes puntos del país, para lo cual es necesario un relevamiento minucioso de posesiones y propiedades de tierras agropecuarias. Al mismo tiempo, son necesarias reglas claras que limiten la propiedad de la tierra tanto a empresas nacionales y extranjeras que tengan por objeto garantizar la unidad económica productiva, pero evitar la excesiva concentración de la tierra y los recursos naturales, fuente de graves injusticias en el país. La tierra es para quien la trabaja con sus manos, respetándola, cuidándola y amándola

- El FNC propone el fortalecimiento sistemático de la educación rural con la participación de las organizaciones, rescatando, respetando y resaltando la cultura, historia, geografía de cada pueblo rural.

- El FNC propone el cuidado integral de la salud, atendiendo especialmente a enfermedades como el mal de Chagas y la tuberculosis, que golpean con particular dureza a la población campesina. Entendiendo que la salud es un derecho y no un negocio.

frentenacionalcampesino@argentina.com


Ricos transformados en piqueteros

Por Rubén Dri *

La devastación del país que produjo la implementación a rajatabla del neoliberalismo conservador en la década del '90 dio nacimiento a los millones de trabajadores que quedaron en el aire, "desocupados", echados fuera de los márgenes de la "civilización", abandonados a su mala suerte. Desde la indigencia, desde el olvido y la marginación tuvieron que hacer uso de su imaginación creadora e inventar métodos para hacerse "visibles". Surgen, entonces, entre otros métodos como el "escrache", inventado por H.I.J.O.S., y la "ronda", creada por las Madres de Plaza de Mayo, los "cortes de ruta". Los realizan los "piqueteros". Los periodistas e intelectuales que llevan la voz cantante en nuestra sociedad inmediatamente comenzaron a clamar por el abuso que significaban dichos cortes. Lesionaban el derecho de circular libremente asegurado por nuestra Constitución. Se clamaba por la represión, pues eran como una mancha negra y apestosa en nuestra sociedad de los buenos. En muchísimas ocasiones la reclamada represión se produjo, dejando en los cuerpos de los piqueteros la marca del orden. El encarcelamiento estuvo a la orden del día y, en diversos casos, el asesinato vil, como en los conocidos casos de Kosteki y Santillán.

Pasó el tiempo. Ya no nos encontramos en 2001, su pueblada y la multitud de desocupados cortando rutas. Estamos en el 2008. Los cortes de ruta ahora los realizan, incredibile dictu, la Sociedad Rural, sí, la misma que nos dio de regalo a Martínez de Hoz, las Confederaciones Rurales, Coninagro y la Federación Agraria. Ya no son los pobres, o sea, los "negros", sino los ricos, los "blancos"; no son los "desocupados", sino los que "ocupan" a otros. Los cortes de ruta no son los mismos, mutaron, cambiaron de piel, se metamorfosearon, en una palabra, son totalmente "diferentes". Los cortes de ruta de los negros siempre eran por unas horas, por un día al máximo, para retornar en otra ocasión. Mariano Grondona, distinguido pope de la "prensa libre", dictaba cátedra sobre el conflicto de derechos, el de lograr lo mínimo para sobrevivir con el de transitar libremente con los coches último modelo. Las manifestaciones debían hacerse en lugares que no molestasen el libre transitar de los honestos ciudadanos.

Ahora es distinto. En primer lugar, los cortes duran indefinidamente. En segundo lugar, producen desabastecimiento. En tercer lugar, se producen sobre rutas internacionales. En cuarto lugar, la Gendarmería no sólo no reprime a los "ilustres piqueteros", sino que los cuida. Ninguno ha recibido un solo rasguño. En quinto lugar, la prensa que tanto se escandalizaba de los cortes de los desocupados, ahora, ante el corte de los ricos, se deshace por darle cobertura, tanto que al decir de Hugo Presman: "Cualquiera que llegue por estos días a la Argentina tendrá la sensación de que gobierna una junta de cuatro civiles, con el primer ministro Alfredo De Angeli, que pasan por todas las radios y la mayor parte de los canales. El Gobierno pierde en los medios por goleada". Parece que la pregonada "calidad institucional" se protege cortando las rutas.

Los discursos desaforados, ampliamente difundidos por los medios de comunicación "independientes", parecen expresar una verdadera cruzada nacional en defensa de la patria sometida por una familia que se adueñó del gobierno y quiere ver a todos de rodillas: "Sólo ante Dios nos vamos a arrodillar y nunca frente a ningún tirano". De lo cual no podemos menos que decir que al frente del país hay un tirano y efectivamente, la inefable Carrió nos aclaró que estamos gobernados por un "tiranuelo".

El vocero del lockout patronal no se anda con chiquitas. "Nos van a tener que matar de pie antes de vernos de rodillas" y "si mandan a los gendarmes, manden también las ambulancias". Imaginemos que esto hubiese sido dicho por piqueteros desocupados. ¡Qué alarma no hubiese sonado en los grandes medios, es decir, en la prensa "independiente"! ¡Eso es incitación a la violencia! Dicho en cambio por el vocero de los patrones del campo suena como un himno a la alegría.

La épica que aparece en los encendidos discursos no sólo del citado vocero, sino también de los otros ilustres representantes de los dueños de la tierra, nada tiene que ver con la patria, sino con el popular y nunca bien ponderado "bolsillo". No quieren compartir absolutamente nada de las fabulosas ganancias que hoy acumulan. En otras palabras, no quieren pagar impuestos. La épica tiene que ver con el bolsillo, pero debido a que el Gobierno en esto no ha dado el brazo a torcer, se ha trasladado al "poder". Ya es descaradamente una lucha por el poder.

Ante esa lucha menester es definirse. El Gobierno ha cometido muchos errores y, tal vez, horrores. Tenemos muchos reclamos que hacerle en lo referente a un verdadero proyecto nacional y popular, que exige necesariamente la recuperación de toda la riqueza nacional que se ha entregado en la infausta década del '90. Pero independientemente de ello, la política de las retenciones es correcta y, en esto, el Estado no puede ceder, pese a las amenazas como las de Eduardo Buzzi, el que preside la Federación Agraria, a la que pertenece el gran De Angeli: "Que truene el escarmiento si no se cambia en el tema de las retenciones [...] Hay un solo camino, ganar o ganar".

La lucha no es del Gobierno contra el campo o viceversa. Simplemente es el levantamiento de los patrones del agro que acumulan fabulosas ganancias que hoy desafían al Estado, diciéndole que en sus negocios éste no debe meterse y, si lo hace, harán tronar el escarmiento. Frente a esto tenemos que ser claros. El Estado debe meterse, debe cobrar la renta, debe intervenir en el mercado para ponerles límites a los grandes consorcios que lo controlan a su gusto y paladar.

* Filósofo y teólogo, profesor de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).

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lunes, 2 de junio de 2008

Dije economía política, estúpido.

Slavoj Zizek

I

Dos películas inglesas recientes –dos relatos sobre la traumática desintegración de la identidad masculina de la vieja clase obrera- expresan dos versiones opuestas del punto muerto de despolitización en el que estamos.

Tocando al viento (Brassed off) se centra en la relación entre la lucha política “real” (la lucha de los mineros contra las amenazas de cierre de minas, legitimadas por el progreso tecnológico) y la expresión simbólica idealizada de la comunidad de los mineros: su banda de música. Al principio, los dos aspectos parecen oponerse: para los mineros, presos en la lucha por la supervivencia económica, la actitud de “¡La música es lo único que me importa!” del viejo director de la banda, que está muriéndose de un cáncer de pulmón equivale a una insistencia vana y fetichizada en la forma simbólica vacía, des provista de sustancia social. Sin embargo, cuando los mineros pierden la batalla política, la actitud de “La música importa”, su insistencia en tocar y participar de un concurso nacional, se convierte en un gesto simbólico de desafío, un verdadero acto de afirmación de fidelidad a la lucha política. Como dice uno de los personajes: cuando ya no hay esperanza, lo único que queda es ser fiel a los principios... En suma. El acto se produce cuando llegamos a esa encrucijada –o más bien a ese cortocircuito- de niveles, de modo que la insistencia en la forma vacía (no importa lo que pase, seguiremos tocando en nuestra banda...) se convierte en una señal de fidelidad al contenido (a la lucha contra el cierre y por la conservación del estilo de vida de los mineros.)La comunidad minera pertenece a una tradición condenada a desaparecer. Y es precisamente aquí donde hay que evitar la trampa de acusar a los mineros de defender el viejo estilo de vida reaccionario, machista, y chauvinista de la clase obrera: el principio de ujna comunidad reconocible es una razón por la que vale la pena luchar, y bajo ningún punto de vista hay que dejarla en manos del enemigo.

Todo o nada (The Full Monthy), nuestro segundo ejemplo, es –como La sociedad de los poetas muertos o Luces de la ciudad- una de esas películas en las que la línea narrativa se mueve en dirección a su clímax final; en este caso, el desnudo total que los cinco desocupados hacen en el local de striptease.

Ese gesto final –ir “hasta el fondo”, mostrar sus sexos ante una platea abarrotada- implica un acto que, aunque opuesto, en un sentido, al de Tocando al viento, en última instancia equivale a lo mismo: la aceptación de la pérdida.

Lo heroico del gesto final de Todo o nada no está en persistir en la forma simbólica (tocar en la banda) cuando su sustancia social se desintegra sino, por el contrario, en aceptar lo que, desde la perspectiva de la ética de la clase obrera masculina, no puede sino aparecer como la última humillación: renunciar a la falsa dignidad masculina (recuerden el famoso rozo de diálogo cerca del principio, cuando uno de los héroes, después de ver a unas mujeres orinando de pie, dice que están acabados, que ellos –los hombres- han perdido el tren. La dimensión tragicómica de la situación reside en el hecho de que el carnavalesco espectáculo (de desnudarse) no está protagonizado por los stripers habituales, bien dotados, sino por hombres comunes, decentes, tímidos, relativamente maduros, que decididamente no son apuestos. Su heroísmo consiste en que deciden llevar a cabo el show aún siendo conscientes de que no tienen es aspecto físico apropiado. Ese desajuste entre el acto y la inconveniencia obvia de los actores le confiere al acto su verdadera dimensión sublime: el divertimento vulgar del desnudo, el acto se convierte en una especie de ejercicio espiritual: se trata de renunciar al falso orgullo. (El mayor de los hombres, ex capataz del resto, se enteran poco antes del show, de que ha conseguido un trabajo, pero aun así decide unirse a sus compañeros en el acto de fidelidad: la clave del show no es simplemente ganar el dinero que tanto necesitan: es una cuestión de principios.)

Lo que hay que tener presente, sin embargo, es que ambos actos, el de Tocando el viento y el de Todo o nada, son actos de perdedores. Esto es, dos modos de enfrentarse con la pérdida catastrófica: insistiendo, en un caso, en la forma vacía como fidelidad al contenido perdido; en el otro, renunciando heroicamente a los últimos vestigios de falsa dignidad narcisística y consumando un acto para el cual son grotescamente inapropiados. Y lo triste es que en algún sentido ésa es nuestra situación hoy. Hoy, después del desmoronamiento de la idea marxista de que es el capitalismo mismo el que, bajo el disfraz del proletariado, genera la fuerza que lo destruirá, ningún crítico del capitalismo, ninguno de los que tan convincentemente describen el vórtice mortal al que está arrastrándose el así llamado proceso de globalización, tiene alguna idea clara de cómo podemos librarnos del capitalismo. En suma, no estoy pregonando un simple retorno a las viejas nociones de lucha de clases y revolución socialista. La pregunta de cómo es posible socavar realmente el sistema capitalista global no es una pregunta retórica. Tal vez no sea realmente posible, al menos no en un futuro inmediato.

Hay pues, dos actitudes: o la izquierda se enrola hoy nostálgicamente en el encantamiento ritual de las viejas fórmulas, ya sean las del comunismo revolucionario o las del Estado de Bienestar del reformismo socialdemócrata, desdeñando la nueva sociedad posmoderna como una cháchara vacía y a la moda que vela la dura realidad del capitalismo actual; o acepta el capitalismo global como el “único juego que hay en la plaza” y sigue la doble táctica de prometer a los empleados el mantenimiento de un máximo posible de Estado de Bienestar, y a los empleadores el pleno respeto de las reglas del juego (del capitalismo global) y las firmes censuras de las demandas “irracionales” de los empleados. Así, en las políticas de izquierda actuales, nos vemos limitados, en efecto, a elegir entre la actitud ortodoxa de tararear las viejas canciones comunistas o socialdemócratas (aunque sabemos que ya se les pasó el cuarto de hora) y la actitud centro-radical del neolaborismo, que consiste en hacer un desnudo total, en librarnos de los últimos vestigios del discurso izquierdista...

II

La gran novedad de la era pospolítica actual —la era del “fin de las ideologías”— es la despolitizacion radical de la esfera de la economía: el modo en que la economía funciona (la necesidad de recortar el gasto social, etc.) es aceptado como un simple dato del estado de cosas objetivo. Sin embargo, en la medida en que esta despolitización fundamental de la esfera económica sea aceptada, todas las discusiones sobre la ciudadanía activa y sobre los debates públicos de donde deberían surgir las decisiones colectivas seguirán limitadas a cuestiones “culturales” de diferencias religiosas, sexuales o étnicas —es decir, diferencias de estilos de vida— y no tendrán incidencia real en el nivel donde se toman las decisiones de largo plazo que nos afectan a todos. En suma, la única manera de crear una sociedad donde las decisiones críticas de largo plazo surjan de debates públicos que involucren a todos los interesados es poner algún tipo de límite radical a la libertad del Capital, subordinar el proceso de producción al control social. La repolitización radical de la economía. Esto es: si el problema con la pospolítica actual (la “administración de los asuntos sociales”) es que cada vez socava más la posibilidad de una acción política verdadera, ese socavamiento responde directamente a la despolitización de la economía, a la aceptación común del Capital y de los mecanismos del mercado como herramientas/procedimientos neutros que deben ser explotados.

Ahora podemos comprender por qué la pospolítica actual no puede acceder a la dimensión verdaderamente política de la universalidad: porque impide que silenciosamente la esfera de la economía se politice. El terreno de las relaciones del mercado capitalista global es la Otra Escena de la así llamada repolitización de la sociedad civil pregonada por los partidarios de las “políticas de identidad” y otras formas posmodernas de politización: en la discusión sobre las nuevas formas de política que brotan en todas partes, centradas en cuestiones particulares (derechos gays, ecología, minorías étnicas...), en toda esa actividad incesante de identidades cambiantes y fluidas, en toda esa construcción múltiple de coaliciones ad hoc, hay algo inauténtico, algo que, en última instancia, se parece demasiado a la actitud del neurótico obsesivo, que habla todo el tiempo y despliega una actividad frenética precisamente para garantizar que algo —lo que realmente importa— no sufra perturbación alguna y permanezca inmovilizado. Así, en vez de celebrar las nuevas libertades y responsabilidades proporcionadas por la “segunda modernidad”, es mucho más importante centrarse en aquello que permanece idéntico en medio de esa fluidez y esta reflexividad globales, en lo que funciona como el verdadero motor de esa fluidez: la lógica inexorable del Capital. La presencia espectral del Capital es la figura del Otro que no sólo sigue siendo operativo cuando se desintegran todas las encarnaciones tradicionales del Otro simbólico, sino que directamente provoca esa desintegración: lejos de enfrentarse con el abismo de la libertad —cargado como está con el peso de una responsabilidad que no se alivia recurriendo a la mano auxiliadora de la Tradición o la Naturaleza—, el sujeto actual está preso, ahora quizá más que nunca, en una compulsión inexorable que gobierna efectivamente su vida.

III

La ironía de la historia es que, en los países ex comunistas de Europa del Este, los comunistas “reformados” fueron los primeros que aprendieron la lección. ¿Por qué muchos de ellos volvieron al poder por la vía de elecciones libres a mediados de los años ’90? Ese retorno prueba de manera definitiva que, en efecto, esos estados han entrado en el capitalismo. Lo que equivale a preguntarse: ¿qué es lo que defienden hoy los ex comunistas? Dada su relación privilegiada con los nuevos capitalistas emergentes (la mayoría miembros de la vieja nomenklatura que privatizó las compañías que alguna vez dirigieron), ellos forman, ante todo, el partido del gran Capital; más aún, para borrar los rastros de su breve pero aun así traumática experiencia con una sociedad civil políticamente activa, se fijaron la regla de abogar por una rápida desideologización, se retiraron del compromiso con la sociedad civil activa para refugiarse en el consumismo pasivo y apolítico, las dos rasgos verdaderos que caracterizan al capitalismo contemporáneo. Así, los disidentes se quedan azorados cuando descubren el papel de “mediadores evanescentes” que jugaron en el pasaje del socialismo al capitalismo, y que la clase que gobierna ahora es la misma que la de antes, sólo que con un nuevo disfraz. Es un error, pues, sostener que el retorno de los ex comunistas al poder muestra hasta qué punto la gente, decepcionada por el capitalismo, añora la vieja seguridad socialista; en una suerte de “negación de la negación” hegeliana, el socialismo aparece efectivamente negado sólo cuando los ex comunistas vuelven al poder; esto es, lo que los analistas políticos perciben (equivocados) como “decepción” ante el capitalismo es en realidad decepción ante el entusiasmo ético-político para el cual no hay lugar en el capitalismo “normal”. De modo que habría que reafirmar la vieja crítica marxista de la reificación: hoy, poner el énfasis en la despolitizada lógica economica “objetiva” contra las formas supuestamente “fechadas” de las pasiones ideológicas es la forma ideológica predominante, dado que la ideología siempre es autorreferencial, esto es, se define a sí misma gracias a la distancia que la separa de un Otro rechazado y denunciado como “ideológico”. Por esa razón precisa —porque la economía despolitizada es la “fantasía fundamental”, no reconocida como tal, de la política posmoderna—, un acto verdaderamente político implicaría necesariamente la repolitización de la economía: en el contexto de una situación dada, un gesto cuenta como acto sólo en la medida en que perturba (“atraviesa”) su fantasía fundamental.

Así, a medida que la izquierda moderada, de Blair a Clinton, acepta plenamente esa despolitización, asistimos a una extraña inversión de roles: la única fuerza política seria que sigue poniendo en cuestión las reglas irrestrictas del mercado es la extrema derecha populista (Buchanan en EE.UU., Le Pen en Francia). Cuando Wall Street reaccionó negativamente ante una caída de la tasa de desempleo, Buchanan fue el único que señaló la obviedad de que lo que es bueno para el Capital obviamente no es bueno para la mayoría de la población. Contra la vieja creencia de que la extrema derecha dice abiertamente lo que la derecha moderada piensa en secreto pero no se atreve a decir públicamente (afirmar abiertamente el racismo, la necesidad de una autoridad fuerte y la hegemonía cultural de los valores occidentales, etc.), nos enfrentamos ahora con una situación en la que la extrema derecha dice abiertamente lo que la izquierda moderada piensa en secreto pero no se atreve a decir en público (la necesidad de frenar la libertad del Capital).

Tampoco habría que olvidar que las milicias derechistas remanentes suelen parecerse mucho a una versión caricaturesca de los resquebrajados grupos de militantes de extrema izquierda de los años ’60; en ambos casos se trata de una lógica radical antiinstitucional: el enemigo último es el aparato represivo de Estado (el FBI, el ejército, el sistema judicial) que amenaza la supervivencia misma del grupo, y el grupo se organiza como un cuerpo fuertemente disciplinado para poder hacer frente a la presión. El contrapunto exacto de esto es un izquierdista como Pierre Bourdieu, que defiende la idea de una Europa unificada como un “Estado social” fuerte, capaz de garantizar un mínimo de bienestar y de derechos sociales contra el ataque violento de la globalización: es difícil evitar la ironía ante un izquierdista radical que levanta barreras contra el poder corrosivo global del Capital, tan fervorosamente celebrado por Marx. Así, una vez más, es como si los roles se hubieran invertido. Los izquierdistas apoyan un Estado fuerte como la última garantía de las libertades civiles y sociales contra el Capital, mientras que los derechistas demonizan al Estado y a sus aparatos como si fueran la última máquina terrorista.

IV

Hay que reconocer, por supuesto, el impacto tremendamente liberador de la politización posmoderna de terrenos hasta entonces considerados apolíticos (feminismo, políticas gay y lesbiana, ecología, problemas de minorías étnicas y otras): el hecho de que esos problemas no sólo hayan sido percibidos como intrínsecamente políticos sino que hayan dado a luz a nuevas formas de subjetivación política rediseñó todo nuestro paisaje político y cultural. De modo que no se trata de dejar de lado ese tremendo progreso para reinstaurar alguna versión del así llamado esencialismo económico: el asunto es que la despolitización de la economía genera el populismo de la Nueva Derecha, con su ideología de la Moral de la Mayoría, que hoy es el principal obstáculo para la satisfacción de las numerosas demandas (feministas, ecológicas...) en las que se centran las formas posmodernas de subjetivación política. En suma, predico un “retorno a la primacía de la economía” no en detrimento de los problemas planteados por las formas posmodernas de politización, sino precisamente para crear las condiciones de la más efectiva satisfacción de las demandas feministas, ecológicas, etc.

Un indicador extra de la necesidad de algún tipo de politización de la economía es la perspectiva abiertamente “irracional” de concentración casi monopólica del poder en manos de un solo individuo o corporación, como es el caso de Rupert Murdoch o de Bill Gates. Si la próxima década produce la unificación de los múltiples medios de comunicación en un solo aparato que combine las características de una computadora interactiva, un televisor, un equipo de video y de audio, y si Microsoft realmente consigue convertirse en el dueño casi monopólico de ese nuevo medio universal, controlando no sólo el lenguaje que se emplee en él sino también las condiciones de su aplicación, entonces es obvio que nos enfrentaremos con una situación absurda en la que un solo agente, libre de todo control público, dominará la estructura comunicacional básica de nuestras vidas y será, por lo tanto, más poderoso que cualquier gobierno. Lo que da pie para más de una intriga paranoica. Dado que el lenguaje digital que todos usaremos habrá sido hecho por hombres y construido por programadores, ¿no es posible imaginar a la corporación que lo posea instalando en él un ingrediente de programación secreto que le permita controlarnos, o un virus que ella misma podrá detonar, interrumpiendo nuestra posibilidad de comunicación? Cuando las corporaciones de biogenética afirman su propiedad sobre nuestros genes patentándolos, lo que también hacen es plantear la paradoja de que son dueñas de las partes más íntimas de nuestro cuerpo, de modo que todos, sin ser conscientes de ello, ya somos propiedad de una corporación.

La perspectiva que vislumbramos es que tanto la red comunicacional que usamos como el lenguaje genético del que estamos hechos serán propiedad de y controlados por corporaciones (o por una corporación) libres del control público. Una vez más, el absurdo de esa posibilidad —el control privado de la base propiamente pública de nuestra comunicación y reproducción, de la red misma de nuestro ser social— ¿no impone por sí solo la socialización como única solución? En otras palabras, ¿no es el impacto de la así llamada revolución de la información en el capitalismo la ilustración última de la vieja tesis marxista de que “en cierto estadio de su desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en conflicto con las relaciones de producción existentes, o —según una expresión legal de la misma idea— con las relaciones de propiedad en las que hasta entonces funcionaron”? ¿Acaso los dos fenómenos mencionados (las imprevisibles consecuencias globales de decisiones tomadas por compañías privadas; el evidente absurdo de “ser propietario” del genoma de una persona o de los medios que los individuos usan para la comunicación), a los que hay que sumar al menos el antagonismo implícito en la idea de “ser propietario” del conocimiento científico (dado que el conocimiento es por naturaleza neutral a su propagación, esto es: no lo gastan la dispersión ni el uso universal), no son suficientes para explicar por qué el capitalismo actual debe recurrir a estrategias cada vez más absurdas para mantener la economía de la escasez en la esfera de la información, y por lo tanto para contener, en el marco de la propiedad privada y las relaciones de mercado, el demonio que él mismo liberó (inventando, por ejemplo, nuevos modos de prevenir el copiado libre de información digitalizada)? En pocas palabras, la perspectiva de la “aldea global” de la información, ¿no marca acaso el fin de las relaciones de mercado (que por definición están basadas en la lógica de la escasez), al menos en la esfera de la información digitalizada?

V

Tras la defunción del socialismo, el último temor del capitalismo occidental es que otra nación o grupo étnico derrote a Occidente en sus propios términos capitalistas, combinando la productividad del capitalismo con alguna clase de hábitos sociales extraños a nosotros, occidentales. En los ’70, el objeto de temor y de fascinación era Japón. Ahora, después de un breve interludio de fascinación con el Sudeste asiático, la atención se concentra cada vez más en China por su calidad de próxima superpotencia, en la medida en que combinaría el capitalismo con la estructura política comunista. Esa clase de temores da lugar últimamente a formaciones puramente fantasmáticas, como la imagen que muestra a China superando a Occidente en productividad y conservando al mismo tiempo una estructura sociopolítica autoritaria —difícil resistir la tentación de llamar “modo asiático de producción capitalista” a esa combinación fantasmática—. Habría que enfatizar, contra esos temores, que China, tarde o temprano, pagará el precio de su desenfrenado desarrollo capitalista con nuevas formas de tensión e inestabilidad social: la “fórmula ganadora” —combinar el capitalismo con la ética comunitaria asiática “cerrada”— está condenada a explotar. Ahora más que nunca, se podría reafirmar la vieja fórmula marxista según la cual el límite del capitalismo es el propio Capital; el peligro para el capitalismo occidental no viene de afuera, de los chinos o de algún otro monstruo capaz de derrotarnos en nuestro propio juego, privándonos, al mismo tiempo, del individualismo liberal occidental, sino del límite intrínseco al propio proceso con que coloniza cada nuevo terreno (no sólo geográfico sino también cultural, psíquico, etc.), con que erosiona las últimas esferas de sustancialidad que se resisten a la reflexión. Cuando el Capital ya no encuentre fuera de sí ningún contenido sustancial de que alimentarse, ese proceso desembocará en algún tipo de implosión. Habría que tomar literalmente la metáfora de Marx según la cual el capitalismo es una entidad vampírica. Siempre necesita alguna clase de “productividad natural” prerreflexiva (talentos en distintas áreas del arte, inventores en la ciencia, etc.) para alimentar su propia sangre, y así reproducirse a sí mismo. Pero cuando el círculo se cierra, cuando la reflexividad se vuelve completamente universal, es el sistema entero el que está amenazado.

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Extraído de The Ticklish Subject (Londres, Verso, 1999), publicado por Página/30 Nro 118, Mayo 2000

Traducción aparecida en grado cero. Agradecemos la autorización para republicarlo aquí.

miércoles, 28 de mayo de 2008

El campo protesta y la tierra trabaja. Por Alfredo Zaiat

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El país | Miércoles, 28 de Mayo de 2008

Opinión





Una pregunta sencilla, que requiere abandonar análisis rústicos, para
tratar de entender lo que para la mayoría ya resulta incomprensible
por la extensión del conflicto: ¿cómo puede mantener un grupo
empresario el estado de lockout permanente sin quebrar durante casi
tres meses, con piquetes de varios días en las rutas, suspensión de
comercialización de cereales y hacienda, largas asambleas, jornadas de
tractorazos y marchas a las plazas de los pueblos? Cualquier otra
actividad económica si realizara una protesta tan contundente frenando
su ritmo productivo sufriría pérdidas extraordinarias. Muchas empresas
caerían y sus trabajadores quedarían en la calle. Por eso mismo, los
patrones de industrias o de comercios no disponen, en general, un
lockout, y si lo hicieron en un pasado turbulento fue por un par de
días. Hasta los obreros y empleados presionarían para volver a retomar
la actividad para preservar sus puestos. ¿Por qué, entonces, los
dueños, arrendatarios y arrendadores de campos agropecuarios pueden
hacer un lockout, protestas, marchas y no trabajar? ¿Por qué los
peones rurales no se quejan?

La respuesta, que evitan los dirigentes de las entidades que
representan a un sector del campo y que elude la mayoría abordar, es
que la actividad del agro tiene la particularidad de que no se detiene
por un lockout. No pierden mucho; más bien, casi nada. La soja sigue
creciendo, no se detiene el ordeñe de las vacas y los cerdos siguen
engordando. Y esa particularidad del campo no es sólo por la obviedad
de que los peones no están parando ni que sus patrones no los dejarían
parar. La especificidad del campo, que permite semejante protesta
extendida en el tiempo, se encuentra en lo que los economistas
clásicos estudiaron y que hoy sus seguidores modernos desconocen o
ignoran: el factor tierra y, por lo tanto, la renta de la tierra, que
no es como cualquier otro activo de la economía. Se trata de una
cuestión compleja que se aleja del lugar común de los economistas
mediáticos, pero que si no se estudia provoca confusiones
generalizadas, como las que hoy existen.

La tierra tiene características propias que la hacen diferente a los
otros factores de producción (trabajo y capital), a saber: no es
producida por el trabajo humano, no es reproducible, es limitada en
cantidad y es de calidad heterogénea. La renta agraria es una ganancia
extraordinaria de la que se apropian los dueños de los campos,
originada en ventajas naturales (fertilidad del suelo y clima).
Argentina, por obra y gracia de la "pampa pródiga", tiene una notable
renta agraria diferencial a escala internacional. Por ese motivo la
ganancia extraordinaria en la industria, atribuible a una ventaja
tecnológica, no es una renta, y sí lo es la que surge de ventajas
naturales. Ese avance industrial tarde o temprano puede ser copiado y
sumar competidores para aprovechar ese nicho rentable. En cambio, la
tierra fértil no se puede reproducir.

Como la renta de la tierra en Argentina, y en especial en la rica
Pampa Húmeda, es una ganancia extraordinaria, y la tierra es un
patrimonio social (por las ventajas naturales que son de toda la
población), el Estado tiene la facultad de regular la forma en que
dicha renta agraria a escala internacional se distribuye al interior
de la sociedad. Varios son los instrumentos de política económica que
puede utilizar para ese objetivo: impuestos sobre la renta potencial
de la tierra, sobre las tierras no explotadas, implementar una reforma
agraria, controlar el volumen y precios de las exportaciones. Y
también disponer retenciones.

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Empecemos a discutir la derecha

El país|Martes, 27 de Mayo de 2008
Opinión
Por Nicolás Casullo
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Derecha. Herencia de los asambleístas de 1789 en París. Palabra que muy pocos se asumen cabalmente hoy. Definición que ha perdido lares ideológicos. ¿Dónde empezar a buscar la derecha? ¿En la oposición al Gobierno? Por cierto. ¿En la interna del justicialismo? Sin duda. ¿Cómo repensarla en sus formas actuales? A partir del lockout del agro se vuelve a discutir ahora el tema de la derecha política e ideológica, frente a la “nueva nación agraria como reserva moral de la nación”, según ciertos medios golpistas, evocantes de añejas “reservas morales de la patria”.

Dilema enredado y a examinar, cuando la derecha no pretende ser, hoy en la Argentina y en otros países, un partido desde sus antiguas prosapias, o que busque un nuevo traje que la delate. Tampoco una programática que aparezca “contra alguien en especial”. Más bien una adopción para todos, que se yergue y aduce la desintegración de “anacronismos” basados en las vetustas ideas de “conflicto” político, de “intereses opuestos enfrentados”, de “lucha social”. La derecha es, desde hace años, activa: de avanzada. Es una permanente operatoria cultural de alto despliegue sobre la ciudadanía, como comienza a evidenciarse en nuestro caso con el apoyo de importantes sectores “al campo”.

La derecha en Occidente constituye un armado modernizante desde una opinión pública mediática expandida diariamente. Configura el reacomodamiento de un tardo capitalismo, camino hacia otro estado de masas, incluidos amplios segmentos progresistas conservadurizados. Operatoria que busca plantear el fin de las ideologías, el fin de las disputas de clase, el fin de las derechas y las izquierdas, precisamente como premisas disolventes de todo sentido de conciencia sobre lo que realmente sucede con la historia que se pisa. No azarosamente, crece desde que el dominio económico tuvo que endurecer y dividir el planeta, desde los ’80, entre perdedores y ganadores netos.

Lo mediático es hoy su gran operador: el espíritu de época encarnado, diría Hegel. Derecha como Sociedad Cultural que nos cuenta el itinerario de los procesos. Que coloca los referentes y las figuras, y decide cómo encuadrar lo que se tiene que ver y lo que no se tiene que ver. La derecha, desde esta operatividad cultural, es la disolvencia de lugares y memorias. Es un relato estrábico, como política despolitizadora a golpes de primeros planos y títulos sobreimpresos.

Un buen ejemplo de esto podría ser Eduardo Buzzi, representante de la Federación Agraria, que concita en su discurso todos los signos de la desintegración de lo ideológico. Del agrietamiento de lo que antecede a una historia, y también de lo que la proyectaría hacia adelante. Se sitúa en una zona propicia de un discurso post-político, magmático. En un no lugar, que en realidad es “el lugar” propicio. Todo se vuelve equivalente, decible, posicionante. Ex militante del PC, miembro de la CTA, ha aportado, sin embargo, con su voz la argamasa política clave en su alianza con Miguens y Llambías, para situar a la oligarquía agraria en el pico de sus aspiraciones como nunca en los últimos 50 años, en tanto histórico conglomerado de poder. A su vez –paralelo a las cacerolas antipopulares de Barrio Norte pidiendo la caída del gobierno–, Buzzi llegó a solicitar nada menos que la reestatización de YPF, se arrodilló devoto frente a la virgen campestre de la nueva “patria agraria”, y demandó, junto a las rutas, imitar lo que hacía Evo Morales en Bolivia, el líder indígena jaqueado por la sojera Santa Cruz de la Sierra, socia ideológica de nuestro agro alzado repartiendo escarapelas “por otro ordenamiento” que respete dividendos.

Un vaudeville bajo lógica mediática que precisamente suele alcanzar lo que se propone: trasmitir “una realidad nacional” en capítulos, indiferenciada, incorporable a la experiencia plateística donde “todo es posible de darse”. Donde nada es definido ni reconocible, ni da cuenta de algún sentido mayor. Un armado de situaciones a componer y recomponer bajo matriz teleteatral, cuyo objetivo es construir protagonistas esporádicos (como presencias “legalizadas por la cámara”) de corte contrainstitucional y antiinstitucional. Pulverizar desde pantalla –entre comicio y comicio nacional– toda posibilidad de “calidad institucional”, de representación institucional dada, a partir de intereses afectados en alianza con medios de masas primos hermanos.

El mundo en estado de derecha

Hace tres décadas, y a raíz del rotundo empuje con que se expandió la estrategia de la revolución conservadora, el francés Pierre Dommergues planteó lo siguiente: “Los neoconservadores se proponen una revolución cultural que destrone el actual régimen de partidos y deje atrás a los referentes sociales de la izquierda democrática. La lucha se dará en el campo cultural y de massmedia para un tiempo de reordenamiento de mercado donde desaparezcan las variables de izquierda y derecha como paradigmas de orientación social, en pos de limitar a las demandas democráticas y a los Estados de corte social. Se ofrece, como sustitución, un liberal conservadurismo y un liberal modernismo, que más allá de sus divergencias coincidan en la voluntad de imponer una nueva repartición de la riqueza, disciplinar a la mano de obra, descalificar toda política que se resista a este disciplinamiento y establecer una nueva forma de consenso. Es una amplia operación de reestructuración cultural de gobernabilidad para correr a la sociedad en su conjunto hacia la derecha, a través de un Partido del Orden Democrático. Es una nueva sociedad de la información para un nuevo tiempo moral”. Sin duda estamos discutiendo el abrumador éxito de esta profunda estrategia cultural, que tres décadas atrás fue estudiada para entender no solo qué sería la sociedad conservadora, sino, sobre todo, cómo esa batalla en el plano de las interpretaciones –desde la derecha política en EE.UU. y hacia el orbe– significaba invisibilizar este propio proceso resimbolizador para una nueva edad del sistema.

La revolución conservadora significó la permanente constitución de un nuevo sentido común, a partir de una inédita capacidad tecnoinformativa para generar estados de masas. Un fenómeno creciente y a la vista, que en 1989 le hizo decir al socialista Norberto Bobbio “A medida que las decisiones resultan cada vez de orden técnico mediático y cada vez menos políticas, ¿no es contradictorio pedir cada vez más democracia en una sociedad cada vez más tecnificada y privatizada en sus enunciaciones?”.

No se está por lo tanto frente a una conspiración imperialista. Ni frente a una entelequia de la CIA. Asistimos sí a una edad civilizatoria de éxito tecno-cultural de los poderes –de las derechas– sobre los desechos de una histórica izquierda que había predominado como conciencia mayoritaria de masas para la edad “del progreso social y de los pueblos” entre 1945 y 1980. Discutir la derecha en nuestro país es entonces debatir, en principio, no un partido ni una figura. Es desollar una cultura que se fue desplegando, supuestamente “fuera de la política”: en lo indiscernible de las posiciones. En cómo me compro una remera o miro al otro. Cultura común y silvestre, que recién se activa políticamente cuando las circunstancias de los dominios societales lo creen necesario. Puede ser con una nueva ley contra inmigrantes de la Unión Europea. O con la calidad de presunto terrorista a ser desaparecido en cualquier parte de USA. O con los millones de sin trabajo, sin papeles, sin escolaridad, que registran como abstractos “ciudadanos votantes” y se resisten a las falsas mesas “del consenso”. Sujetos que precisarían de una “salvación moral” a cargo de las clases pudientes que los rescate de ser acarreados como ganado. Cultura de derecha, que hospeda a las políticas de derecha.

La genética del mercado

Comenzar a explorar la derecha no es, en principio, fijar demasiada atención en Carrió, Macri, Reutemann, López Murphy o Scioli. Se trata, preferentemente, de visitar, antes, las maternidades de la criatura: nuestro diálogo cotidiano y familiar con el mundo de sus obstetras. Activar lo audiovisual hegemónico y de mayor audiencia. ¿Qué nos cuenta esa criatura? Veamos.

La historia: será siempre, por sobre todo, el hallazgo individual. El caso. Los antípodas de las masas como historia. La pobreza: una latente amenaza delictiva, un paisaje de miseria inalterable como tipología geográfica de “lo malo” en la ciudad. La cultura ajena al espectador. El hambre: algo que ya no tendría ideología ni biografía social, un ícono suelto en la vidriera para cualquier retórica del espinel político.

Lo policial: lo que debería incorporarse idealmente, como ortopedia, al núcleo familiar protegido. Un policía al lado mío. El Estado regulador, interventor, recaudador: un espacio ineficiente (ilegitimado), que “gasta mi dinero” y corrupto (por político). La política: un descrédito en manos de zánganos que podría existir como no existir para lo que hace falta. La nota policial: en tanto amedrentación y reclamo de seguridad, pasa a ser el verdadero estado social de la vieja política a cancelar. Lo que escapa a la “Ley y concordia” del mercado. Lo comunitario: una utopía solitaria entre yo, el negocio y “mi bolsillo” (tenga 100 pesos o mil hectáreas adentro). Lo nacional: un espacio a-histórico, siempre al borde del caos que sólo victimiza. Con habitantes nunca representados por nadie, solo por el foco de la cámara, y donde la única noticia es que la política ya ha fallado, siempre, antes de empezar. La nueva comunidad pos-solidaria es ahora una sociedad en tanto arquitectura de servicios que “me debe servir” con la eficiencia modélica de lo privado selecto. Ya no soy parte de la memoria de lo público, de los hospitales sociales y universidades políticas hoy en crisis, sino que me trasvestí en un cliente exigente del otro lado del mostrador. La libertad: el simple pasaje desde el “libre consumidor” al “libre sufragista” sin identidad, alabado por sin partido, por vaciado en cada elección, a punto de comprar algo “genuinamente” entrando al escaparate del cuarto oscuro. La gente: un “yo” sublimado, absuelto en tanto construcción narrativa. Una unidad personal “auténtica”, que representa un muchos en tanto estos muchos no se constituyan en otro tipo de “yo” (como sujeto político identificado), y permanezca como infinita clase media de “empleados” por el capitalismo, en una competitiva y ansiada igualdad de explotados. Lo sindical, lo popular, los desocupados: una realidad indiscernible de hombres de a “grupos”. Algo que debe vivir a distancia de mi vida y que “el Estado no atiende”. Seres organizados para algo que nunca se sabe. Imagen mítica en pantalla con palos y pasamontañas. No blancos, peligrosos en conjunto, dirigidos por vagos, punteros, jefes de barriadas y líderes pagados. Un otro cultural y existencial que como nunca, en la Argentina de la plenitud informativa y formativa, ha alcanzado casi el apogeo de una lucha cultural de clases de lo gorila sobre lo peronista, como un racismo no disimulado sobre lo popular, gremial y piquetero: universo de la negatividad política, del voto subnormal y de politizados a propinas.

Sobre este tablero mediático hegemónico, la nueva derecha, hoy como semilla de república agroconservadora, juega siempre de local. El trabajo del sentido común, de ver el mundo, le viene ya dado. Y desde ahí aspira ahora a convertirse en bloque social histórico, desde sus núcleos de neorrentistas, nuevos arrendatarios y bisoños inversionistas especuladores que le amplían sin duda el campo cultural de ciudadanía.

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Argentina: Comunicado delFrente Campesion ante el lockout agrario

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Resumen Latinoamericano
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Nosotros, los representantes de las organizaciones campesinas, pueblos
originarios, agricultores familiares, trabajadores de la tierra, nos
reunimos en plenario para fijar posición y acordar propuestas y políticas
para el Desarrollo Rural Sustentable de nuestro país. Decidimos
constituirnos en FRENTE NACIONAL CAMPESINO. El 17 de abril (Día
internacional de la lucha campesina), con el objeto de conformar un ESPACIO
DEMOCRATICO, AMPLIO Y PLURALISTA, que nos contenga a todas las
organizaciones y movimientos campesinos de la Argentina. No nos sentimos
representados por las cuatro entidades agropecuarias que hasta el momento se
han expresado en el lock out patronal y han producido el desabastecimiento
de nuestro pueblo. (SRA, CONINAGRO, CRA, FAA).

Entendemos y proponemos la soberanía alimentaría como el eje fundamental de
nuestra acción porque nosotros fuimos, somos y seremos productores de
alimentos, porque como ciudadanos sabemos que la soberanía alimentaría
cuestiona en los hechos el modelo concentrador de la tierra y la renta en
nuestro país, y su secuela de pobreza, inequidad y exclusión.

Las corporaciones trasnacionales con su concentración de la tierra y
producción y negocios, han provocado la destrucción, el despoblamiento, el
desplazamiento forzado de comunidades campesinas y pueblos originarios de
nuestro país; y el gobierno es responsable por no escuchar los reclamos
hechos por este sector, y favorecer con sus políticas de incentivos a los
agronegocios, la concentración de la tierra y la riqueza en pocas manos, en
detrimento de las mayorías de las familias productoras y campesinas.

Planteamos la defensa de los recursos naturales, sociales, culturales y
ancestrales como forma de vida y continuidad de nuestra historia, el
fortalecimiento de nuestras economías regionales, la diversificación de la
producción, la creación de bancos de semillas y el desarrollo de canales de
comercialización alternativos. Nos asumimos como genuinos representantes del
sector de los pequeños productores campesinos de la Argentina.

Convocamos, para el 23 de mayo al II Plenario Nacional de delegados del
FRENTE NACIONAL CAMPESINO, para discutir propuestas y acciones a
seguir con todas las organizaciones y movimientos campesinos, será en la
Universidad de Madres de Plaza de Mayo.

MESA COORDINADORA
FRENTE NACIONAL CAMPESINO

Argentina: Miembro del MOCASE - Vía Campesina lleva 20 días detenido

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Resumen Latinoamericano
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El campesino Miguel Rodríguez, de 67 años y en delicado estado de salud,
integrante de la Central Campesina de Pinto del departamento Aguirre, Mitre
y Salavina, fue detenido el 24 de abril a la noche cuando intentó denunciar
el robo de animales por parte de un empresario sojero y su guardia privado.
En una acción de mundo al revés, en lugar de tomarle la denuncia, la policía
local ­al servicio de los grandes hacendados- detuvo al integrante del
Mocase-VC y ordenó la detención de otros diez.

Miguel Rodríguez vive desde siempre en la misma tierra. Pero desde hace 8
años padece las amenazas, matanza de animales y violencia por parte del
terrateniente Claudio Trono y su guardia privada Daniel Queen. Justamente
éste triste personaje robó, a mediados de abril, una veintena de chanchos de
Rodríguez. El jueves 24 de abril, Rodríguez salió de su rancho, recorrió 30
kilómetros hasta el pueblo de Pinto. Y llegó hasta la comisaría con la
intención de denunciar el robo. Luego de hacerlo esperar cuatro horas, y sin
siquiera tomarte testimonio, le comunicaron que quedaba detenido e
incomunicado por orden del Juez Álvaro Mansilla, de Añatuya, por una
denuncia del 2007 realizada por paramilitares. Está acusado de "robo
calificado" por defender su propia tierra.

Rodríguez lleva 20 días detenido por causas inventadas. La cuestión de fondo
es la complicidad entre policías y empresarios, que quieren despojarlo de su
tierra.

Durante estos días, el Juez Mansilla, solo mostró su falta de voluntad para
realizar indagatoria, tomándose días libres luego del 1 de mayo presentando
ficha médica, mientras tanto Miguel Rodríguez, alojado en la comisaría de
Añatuya, nunca fue atendido por un médico, descuidando su endeble estado de
salud (sufre alta presión arterial e insuficiencia cardiaca.

Por su parte, el Ministerio de Justicia de la Provincia, no ha dado ningún
tipo de respuesta a este problema puntual y otros tantos que como Movimiento
Campesino venimos denunciando permanentemente. Su única respuesta fue
"vengan a la capital para pedir una audiencia con la asesora", "solo pueden
asesorar y no intervenir en el caso porque no tienen ninguna ingerencia".

En Santiago del Estero las prácticas de amedrentamiento contra las familias
campesinas e indígenas para ser expulsada de sus territorios ancestrales,
sigue siendo una moneda corriente: terratenientes que contratan
paramilitares, con la complicidad de policías y jueces, como Álvaro Mansilla
y otros que responden a los intereses de empresarios tomando decisiones que
violan el derecho de los campesinos e indígenas.

El Gobierno en vez de apoyar a los monocultivos de soja, debiera apoyar a la
producción de alimentos, la agricultura y ganadería campesina indígena
sostenible.

Como Mocase-VC exigimos la inmediata libertad del compañero Miguel Rodríguez
y que sea investigado y removido de su cargo Álvaro Mansilla. Para reforzar
esto, nos manifestamos pacíficamente hoy frente al juzgado de Añatuya.

Llamar pidiendo informe al Juez Álvaro Mansilla 03844-421090
Ministerio de Justicia de la provincia- secretaria de Daives
0385-154155043128

Contactos Secretaría de Comunicación de MOCASE-VC 03843-421195/ 15400980 /
15456493
--
MOCASE-VC
Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI)

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martes, 27 de mayo de 2008

A propósito del Unicist Institute "La penetración estadounidense en la sojización argentina"

Luis E. Sabini Fernández
Rebelión.org


En el Clarín Rural, uno de los voceros principales del “país de la soja”, se construye, sobre todo desde su última página, “Primer nivel”, el fundamento ideológico del proyecto de sojización permanente de los mandantes de su gestor y alma máter, el ingeniero Huergo, quien parece haber mantenido su fidelidad a lo permanente ya que no a la revolución.

Por allí desfilan los voceros de la AAPRESID, asociación de sembradores en directa, de ASA, asociación de semilleros cabecera de puente de las transnacionales, voceros directos de la producción de agrotóxicos como Novartis, y algunos menos ligados a los productos de cada día y más ligados a la ideología que los sustenta.

Tal es el caso de Enrique Seminario, un dirigente de la consultora E&M Agronegocios. Pertenece al área tecnológica del Unicist Research Institute, que, como su nombre lo indica es un engendro madeinUSA, aunque su carta de presentación con un águila igual a la de los dólares billete nos cuenta que están también en Brasil y España.

Clarín Rural, con su generosidad transfronteriza, le da cabida en Argentina.

Nos parece jugoso observar el vocabulario que usa dicho instituto, porque junto con los rasgos del Unicist Research Institute nos darán la pauta de lo que son, realmente.

El URI se basa en un descubrimiento típico de lo que Mario Bunge calificaría pseudociencia. El de la “estructura del concepto”. Como han descubierto eso, y lo afirman categóricamente, como un avance radical, copernicano del conocimiento humano, ahora sí se puede “estudiar la realidad”. Y con semejante instrumento se puede lograr “pronósticos de futuro que son en realidad el fin último de los estudios sobre la realidad”.

Aparte de la respuesta del cordobés chistoso, “si vua’ser pronósticos de pasado”, ya vamos entendiendo: tanto despliegue, para dominar lo futuro.

Y yendo, ya no a la pretensión de haber descubierto la pólvora, y antes de ver la panoplia de recursos de que el URI dispone, veamos con qué léxico cuenta nuestro aventajado asesor en Argentina, en un diario argentino. Tenemos que enterarnos que el URI es un Knowledge-Bank, y que en su actividad desarrollan “diferentes Think Tanks de la organización”. En el “mapa de acceso a la sede hispanoparlante” [sic] tenemos “Investigación”, “Intelligent Knowledge Management”, “Corporate University”, “Educación Ejecutiva”, “Partners”, etcétera. ¿Qué querrá decir “hispanoparlante”? ¿Al 50%?

Y Seminario no se queda atrás: el chacring es el símbolo de la agricultura con conciencia social [sic] y de negocio [¡ah!]. Por supuesto, quien habla de chacring, hablar de chacrers, commodities, cluster.

Nos parece que se va transparentando desde dónde proviene tanta creatividad. El mundo corporativo tiene una impronta nacional tan evidente que causa pena tener que escuchar sobre abolición o superación de nacionalidades. En rigor, sin embargo, es casi verdad: supresión de las nacionalidades sí, pero de las periféricas. La meneada transnacionalización es una estadunidización del mundo.



El Unicist Research Institute, que funciona como usina ideológica del Clarín Rural y transitivamente de los grandes consorcios llamados transnacionales, como Monsanto o Cargill, haciendo hincapié en aquel descubrimiento al parecer capital, el de la “estructura del concepto” genera toda una suerte de herramientas ideológicas, un discurso que conviene conocer: “partners ideológicos”, “Think Tanks” que definen como “investigaciones multidisciplinarias en distintas partes del mundo”, y, la frutilla del postre, “Conceptual Learning Machine” [máquina de aprendizaje conceptual] que la misma página-e del instituto la rebautiza: “mejor definida como Intelligent Knowledge Manager [gerente de conocimiento inteligente]. Y se trata de “prototipos” de inteligencia artificial con “motor de aprendizaje basado en redes neuronales”.

En 1986, finalizan el primer set de Sistemas Expertos con utilización de IA.

En 1993 construyen el sistema Blue Eagle (Águila Azul; aquí una diferencia de color con el águila fundante de EE.UU., que era un águila blanca) para el Knowledge Management (gerencia del conocimiento) para aplicar en 62 mercados y 31 estados (no especifica los agraciados).

En el 2000 incorporan redes neuronales para alcanzar la gerencia de conocimiento.

Todo dedicado a “una mayor asertividad […] El desarrollo de la estructura de ya casi 800 conceptos que cubren el espectro conceptual en lo económico y social tanto macro como micro, modelados en su estructura, permite el análisis de países, mercados, empresas con un altísimo grado de acierto en su relaciones causales y su evolución” [sic].

Observemos, ¡eureka! que con “casi 800 conceptos” ya hemos logrado, por fin, conocer la realidad, lo verdadero. ¡Gracias Unicist Institute por habernos brindado al fin la clave! ¡Qué formidable clave aritmética! ¿Por qué no serían 545 o tal vez 3 500?

Ante aquellas pavadas del pensamiento complejo, aquellas disquisiciones del existencialismo, la epistemología, los devaneos de un Kant, un Marx, un Pascal, aquella humildad de no pretender conocer lo futuro, ante todas esas paparruchadas, ¡tenemos ahora el arma que nos permite ingresar a lo futuro como amos!

¿Acaso no sabíamos que impulsando los bio-necrocombustibles iba a estallar el hambre? ¡Claro que lo sabíamos! El pensamiento unicist ya lo tenía.

Es que con un poquito de poder, con una cucharadita de nuclear, unas cuantas porciones de cohetería, algo de bombas de fragmentación y medios de incomunicación de masas, esto sí, abundantemente regados, ya tenemos los elementos de la receta ideal.

¡Qué importa si no conocemos el futuro!; ¡lo haremos! Con los ingredientes recién descritos e inteligencia, mucha inteligencia (no, claro, la cerebral, sino la de la seguridad) podremos cumplir nuestras propias profecías.

Vale la pena recordar que los boys del Pentágono, que siempre andan buscando su Pearl Harbor ya han encontrado por lo menos dos, por no decir tres o cuatro. Porque podríamos contar la voladura del Maine en Habana en 1898, y la de los barcos del golfo de Tonkin en 1965, pero aun reduciéndonos a los P.H. que los think tanks del Pentágono cuentan, al menos tenemos uno en 1941 y hay que agregar otro en 2001, setiembre 11.

Hay muy fuertes indicios y pruebas de los tres primeros acontecimientos, pero tal vez el dato del 11 de setiembre como producto del conocimiento humano o al menos estadounidense (y también de la acción del otro, exactamente como fue el histórico P.H.) puede resultar un poco más indigerible. Citemos entonces al think tank que lo pre-anuncia, por no decir que lo invoca, lo necesita:

Personalidades del establishment pentagonal estadounidense como Roger Barnett / U.S. Naval War College; Alvin Bernstein / National Defense University; Eliot Cohen / Nitze School of Advanced International Studies, Johns Hopkins University; Thomas Donnelly / Project for the New American Century; David Epstein / Office of Secretary of Defense; David Fautua / Lt. Col., U.S. Army; Donald Kagan / Yale University; Fred Kagan / U.S. Military Academy at West Point; Robert Kagan / Carnegie Endowment for International Peace; James Lasswell / GAMA Corporation; Mackubin Owens / U.S. Naval War College; Steve Rosen / Harvard University; Gary Schmitt / Project for the New American Century; Abram Shulsky / The RAND Corp.; Barry Watts / Northrop Grumman Corp.; Paul Wolfowitz / Nitze School of Advanced International Studies, Johns Hopkins University; Dov Zakheim / System Planning Corp., entre otros, escriben un informe, Rebuilding America’s Defenses, subtitulado “Report of The Project for the New American Century”, setiembre de 2000, que sin tapujos se dedica a explicar cómo afianzar el dominio planetario de EE.UU. y su “preponderancia” en todos los órdenes, aunque muy especialmente en el militar. Sus autores se quejan, página tras página, a lo largo de casi 300 000 espacios, de lo actuado hasta ese momento y el texto es una retahíla de “presupuestos que deben incrementarse”, “aceleración en la construcción de submarinos”, “experimentación más agresiva con nuevos conceptos operacionales”, “expansiva visión de futuras misiones posibles”, “adición de nuevas capacidades de los infantes de Marina”, “mayor fuerza de infantería” y reclamos por el estilo.

En medio de tal letanía acerca de las insuficiencias del aparato militar estadounidense descuidado, según ellos, después del colapso soviético, estos buenos señores procuran, empero, transformar esa dura realidad con que asoma el nuevo siglo. Y comentan: “Más aún, el proceso de transformación, aun cuando conlleve cambios revolucionarios, va a ser probablemente largo, de no existir algún acontecimiento catastrófico y catalizador, como un nuevo Pearl Harbor.” Ah, bueno.

Es que la soja no viene sola.

domingo, 25 de mayo de 2008

Una lluvia y unos...Pasamontañas

¿Donde estas lluvia? Mundo eterno de multietnias y multiculturas.
Porque estás y sigues como luz sobre senderos llenos de lirica y tradición.
Sonidos de esas tradiciones y costumbres que no mueren,
que persisten y se transforman en historia, como la oruga en primavera,
como wendy acompaña a peter pan, como niños jugando a la revolución.
Te divides, te sumas y multiplicas pero no restas, sino que no olvidas.
Aquellas voces que descienden de los Andes como rios potentes
desde las montañas hacia tu amante Poseidon.

Esos rios que llegan a las selvas, lagos, piedras y mariposas que reposan
a la espera de esa primavera "roja", así llegas y estás en "Lacandona".
Baila "Durito" sobre esas aguas, baila porque no pueden matarnos sino multiplicarnos
por que nos asesinas, seremos millones.
Y sigues tu danza entre los "caracoles" negros y rojos...
Pasamontañas que me recuerdan y te recuerda que no estás sol@,
por que tu ilusión cruza el canal de Panama, por la Gran Colombia
hasta la espera de "Magallanes".
Atraviesas el tiempo como aquel amor eterno que juré,
amor que tiene una raiz, una selva, un bosque, una montaña.
Desde el llano como tú en el norte, estamos y seguiremos disparando poesias,
algunas odas para que nos sientas y prosas para que no olvides.
Música que nos transformas en lo inmaterial, musa que recarga mi revolución.

¿Que andaras haciendo lluvia? Cargando ejercitos de esperanza, con tus granadas de ilusión,
que construiran selvas con miles de jardines a la orilla de aquella vieja "Habana"
y otras Habanas del sur...
Cada viaje es un regreso a la memoria que nos funde en una caricia de hermandad,
creyendo en una sensibilidad distinta, poeta-guerrillero,
un poeta, dos poetas...esa es la consigna.
Con su única arma que son el lápiza y la palabra...
Hay lápiz que me condenas a la imaginacion de otro mundo,
a otra sonrisa popular, a otra alegoria de eterna rebelión,
que conviertes mis sueños en decires de voces arrugadas por tus gotas.

¿Lluvia estas? Porque quiero que mi voz atraviese tu pasamontañas para decirte
"Subcomandante, hace 5 siglos
que estamos esperando, ya es hora!!!"
Porque aunque la lluvia al encontrarse con esas "Sierras Maestras"
me habla de estrellas y lunas posibles, insisteremos.